La economía de la conservación y la economía circular coinciden o se complementan por su intención de contribuir a conservar, restaurar y regenerar los recursos naturales; a proteger la biodiversidad y sus servicios ambientales; a evitar el desperdicio de energía, agua, materiales y suelo; así como a reducir el consumo de sustancias peligrosas en procesos productivos y a prevenir la generación de residuos y su disposición final cerrando el ciclo de los materiales que los componen, por medio de instrumentos, estrategias y acciones que fomentan la creación de empleos verdes e incluyentes, la productividad y competitividad de las empresas, y la protección de los derechos humanos, particularmente del derecho a un ambiente sano.
AGENDA