En la actualidad se reconoce que el mundo atraviesa dos problemas críticos que han puesto en evidencia las graves consecuencias del sistema económico lineal que ha prevalecido por más de doscientos años, basado en la extracción de recursos de la naturaleza empleados en la producción de bienes de consumo de corta duración, que terminan convirtiéndose en basura que se acumula por doquier.
El primero de esos problemas deriva de la urgencia por impedir que la temperatura global del planeta se eleve por encima de 2 grados de temperatura y agrave los fenómenos ocasionados por ello, como la elevación del nivel del mar, los incendios forestales, la sequía y las inundaciones frecuentes e intensas. Ello implica acelerar el paso para reducir tanto como sea posible (mitigar) la liberación de gases y contaminantes con efecto de invernadero (GyCEI), como el metano que se desprende durante la descomposición de los residuos o el carbono negro (hollín) que se libera cuando se queman los residuos a cielo abierto.